Introducción al Worldbuilding para todos los géneros

Si eres escritora, es probable que antes fueras lectora empedernida. En ese caso, estoy segura de acertar cuando afirmo que conoces mundos imaginarios que desearías poder explorar. El archipiélago de Terramar es uno de mis favoritos. En él encontraría desiertos, ciudades superpobladas y aldeas recónditas. Pero, sobre todo, navegaría en un barco de mi propia construcción para visitar a los dragones, guardianes de la sabiduría. Y aprendería a doblegar el mundo mediante el uso del lenguaje… Más o menos lo que hago cuando escribo 😉 Claro, que no me importaría pasearme por las tierras cambiantes de Fantasia (sin tilde), donde existe una selva nocturna poblada de pequeños seres luminosos. Haría mis propios cambios en Fantasia, claro, para dejar allí mi impronta. Aunque puede que el lugar que más me apetezca conocer me abra sus puertas si recibo la carta lacrada de Hogwarts. A veces miro el buzón solo para comprobar, una vez más, que mis once años quedan un poco más lejos de lo que me gustaría. Ninguno de esos mundos habría pasado de la categoría de escenario si sus autoras y autores no hubieran dedicado buena parte de su tiempo a crearlos, a mimar sus detalles, definir las reglas por las que se rigen, diseñar sus paisajes y descubrir a sus habitantes. Cuando el entorno en el que sucede tu historia adquiere entidad propia, se convierte en parte esencial de la misma y contribuye a que las lectoras la perciban como más real. Algunos géneros son especialmente sensibles a las bondades de la creación de mundos. En fantasía y ciencia ficción, que el mundo se perciba como sólido y coherente puede marcar la diferencia entre una obra de éxito disfrutada por multitud de lectoras y una con menos suerte. De hecho, un mundo mal creado puede hacer que la historia resulte inverosímil, o peor: aburrida. Y eso es lo que vamos a tratar de evitar en este curso largo que puedes hacer solo cuando lo necesites.